martes, 7 de diciembre de 2010

Juguetes

Cada cierto tiempo no se me ocurre mejor idea que revisar el inmenso arsenal de juguetes que aún conservo en una pecera donde solía tener mis hamsters.Lo increíble es cuando me acuerdo el uso que le di a cada objeto o donde los guardaba. Ahora compruebo la tan anticuada y odiada frase que siempre escuchaba de pequeño: “Al final, el juguete que menos costo tiene es el que más vas a usar”. Y si pues, solo con un muñeco lo comprobé, pues recuerdo los muy buenos momentos que pasé con unos Bionicles armables de McDonald (lamentablemente), en comparación con un Optimus Prime que se transforma en cinco formas, de las cuales dos nunca pude armar, debido a que las piezas desaparecieron el mismo día que lo recibí. No obstante, recuerdo haber deseado ese Optimus con todas mis fuerzas, presionarlo hasta que lo compre. No tengo la menor idea del precio, pero debido al tamaño puedo suponer que era de gran valor.
Ahora tengo juguetes que quizá debería regalar, pero ¿Para qué? Ya he tenido la oportunidad de regalar algunos personalmente; sin embargo, no he observado algún gesto de felicidad, alguna señal de que realmente lo vayan a disfrutar. Tal vez en su cabeza estén pensando que se los van a quitar, que no deben tenerlos o tal vez yo esté exagerando. Ahora solo me queda conservarlos y ,como hoy, limpiarlos y recordar. Al fin, tío Enrique, entiendo porqué también los conservaste.

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