No puedo evitar relacionar películas cómicas con la vida real. Es una sensación increíble cuando encuentras a un personaje no estereotipado que toma una buena decisión, pero que al final (debo decir que por cosas del destino) todo le sale mal de una manera muy absurda. La película a la que me quiero referir es La felicidad de los Katakuris, de Takeshi Miike, una verdadera exquisitez que está destinada al olvido. Esta empieza con un corto exterior a la película, sin ningún fin en especial, o con el fin de alejar al espectador de la extravagancia que está a punto de observar. No entraré en detalles ya que solo es un comentario. Terminado este corto, se narra la historia de una familia, los Katakuris, que decide emprender un negocio de hospedaje en una zona alejada de todo lo que la ciudad puede ofrecer. El negocio no es prospero; sin embargo, empiezan a llegar personalidades bizarras e increíbles que cambiaran el rostro, sentimientos e incluso hogar de la familia. La película es a modo de un musical que realiza una sátira de los musicales americanos y sus series, tales como Power ranger, salidos en un principio de Japón.La mecánica es la de cambios secuenciales poco predecibles en diferentes épocas del año.
Me parecería genial lograr la observación de esta cinta antes de leer lo que sigue; sin embargo no es mi principal objetivo. En el fondo lo que vemos es una familia de moral baja, en la que el jefe de familia, agobiado por sus problemas, busca el modo de sacar adelante a su fallida familia. Debido a que todos los integrantes son portadores de desgracias personales, es una muy buena decisión un negocio familiar, un negocio con un núcleo “estable” y un círculo de confianza. Si analizamos mas a detalle a la familia encontramos gente sin educación, que busca sacar adelante al miembro más pequeño. Gente que es peona de la vida, debido a que sus posibilidades han sido truncadas. Gente que busca el apoyo del gobierno, pero que sabe que no conseguirá lo esperado, como en una secuencia donde una carretera que debería traer progreso conlleva a una crisis. Por último, gente real, sin mayores ambiciones, solo con el sueño de ser felices. Esta es una situación que se observa comúnmente aquí en nuestro país. Nos concentramos en la economía y estabilidad de la moneda, en lugar de la sociedad y la juventud. Al final, la economía es resultado de un buen manejo, que deriva principalmente de la educación y los valores en los que se es formado; sin embargo, el “genial” modelo neoliberalista no nos permite educación. Solo nos da la sensación de poseer riqueza en el país, que sinceramente es algo que nadie necesita ya que al final lo que importa es que se posea aunque sea una parte para vivir dignamente. No buscamos darle un golpe a la pobreza logrando la equidad social, es imposible. Pero en nuestra condición de económicamente estables podemos darle las suficientes oportunidades para que estos progresen. Y no hablo de crear ‘reyes de la papa’, termino racista que odio, sino de personas con conciencia nacional y con defectos. La semana pasada inicie mi propia iniciativa de cambiar la vida de una niña que trabaja junto a su madre en las cercanías de donde vivo. Le regale un libro autodidáctico e hice un pacto de que regresaría la próxima semana y si me demostraban que la niña había aprendido los dos primeros capítulos, les regalaría un combo personal a cada una en Bembos. Tal vez no sea una gran recompensa, pero es lo que está al alcance de mis posibilidades. Veremos qué pasa….
lunes, 1 de noviembre de 2010
No todo es lo que parece
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