viernes, 7 de octubre de 2011

Piloto "El bello mundo de Valkiria"

Capítulo 1

-¡Mira en que te has convertido! Todo el día estudiando. ¡Sal a divertirte!- me grita Lu, mi madre.

Yo, Valkiria Loto, no recordaba ya el día, a decir verdad el último día, en que mi madre me preguntó “¿Pasa algo, querida?”. Nunca hubo mucha comunicación, pero esa frase, tan pequeña, inocente y poderosa era suficiente para saber que, a pesar de “esos” días, yo estaba bien, viva.

Hoy día vuelvo al colegio. No quiero reencontrarme con ese. Solo 9 meses más, digo; puede que este año sea diferente, puede que este año lo expulsen. Pero ahí está…

-¡Valki! No te hemos visto en todas las vacas- me gritan a lo lejos Mariana, Azucena y Collete. De verás que extrañaba verlas. La cara redondeada de Mariana, siempre con su bolsa de doritos bajo el brazo; Azucena, al lado de su novio (y con una cola de chicos esperando a que les hable); finalmente Collete, el único que me comprendía, el único que sabía la verdad.

A pesar del notable grano en mi nariz, mis amigos me miraron buscando algún cambio, tal vez que quizá había crecido, pero solo atinaron a hablar de mi nuevo corte de cabello:

(si quieres, lo lees rápido)

Fui a la peluquería de la esquina a que me corten las puntas. El peluquero atinó a decir que tenía un corte que me quedaría perfecto. Confiada de sus habilidades con las tijeras, acepté el reto. Como siempre, agarro mi cabeza, paso mi pelo esponjado por sus dedos, y dijo que necesitaba una lavada (su expresión de asco es increíble). Enseguida, su asistente me llevó a una sala donde me lavó el cabello (no lo veía brillar desde hace mucho, siempre me he preguntado que shampoo usan en las peluquerías). El peluquero empezó a bajarme volumen a los lados, un corte por aquí, un corte por allá. Un rápido cambio de tijeras indicaba que algo no estaba bien. Enseguida su expresión cambio y sacó una máquina para cortar. Como si fuera una podadora, lo mucho que me había cortado fue destruido por la máquina, dejando solo cabello arriba y mi cola enrulada. Si, el desgraciado me hizo un mohicano.

Collete sabía que no había forma de que yo haya elegido hacerme aquello en la cabeza. Sabe lo mucho que amo mis rulos, al punto de haber pasado toda una tarde hablando de ellos. A pesar de aparentar alegría de verme con los demás, su expresión apagada no se podía ocultar. El sabía que volvería a pasarme, que aquel despiadado lo volvería a hacer. En ese instante en que lo noté, la realidad nos chocó. Fueron los cinco segundos más largos de mi vida. Solo me quería invitar un helado.

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Hoy vuelvo al colegio, que felicidad. Me reencontraré con ella. No he podido visitarla porque se amargó conmigo cuando se enteró que estaba saliendo con alguien. Si tan solo hubiera sabido que ese alguien era mi prima… pero mi orgullo pudo más. Ahora aquí estoy, a punto de volverla a ver.

Al llegar al colegio, me encuentro con Mariana y azucena. Mariana, siempre dulce, dispuesta a ofrecer su vida por salvarnos; Azucena, prototipo de femme fatale, demasiado preocupada en el qué dirán. Pocas veces nos juntamos, ya que tenemos diferentes círculos sociales, pero cuando lo hacemos, recordamos nuestra infancia, aquellos días en que solo importaba obtener un A en la asignatura de amarrarse los cordones. En eso entra el novio de Azucena, un ser despreciable que se la pasa golpeando a niños de preparatoria. Azucena solo está con el porque es popular, pero cada quien lleva su vida como quiere. Yo y Mariana nos damos una mirada de decepción al verlos, cuando en ese instante, aparece.

Al principio no lo creía, hasta que miré alrededor y vi que todos la miraban anonadados. No había forma de que aquello lo haya elegido ella, lo noté desde el principio. A pesar de ello, la amo con todo mí ser. Si lo se, no soy exactamente el galán de novela, pero le he gustado a un buen número de chicas.

Al darme cuenta que me he perdido, me uno rápidamente a las demás chicas. Le preguntamos por qué ha desaparecido todas las vacas (aún no entiendo por qué ellas lo hacen si apenas les importa), y la invito a salir el viernes a tomar helados. Sin embargo, creo que cometí un error. Ese día no me pertenece, tampoco a ella, ese día es una mierda. No debí hacerlo, me decía profundamente, pero ya estaba hecho. Solo busqué una manera de hacerle entender que lo comprendía, que siempre estaría allí, esperando después de… aquello. Seré su eterno confidente, la amo con todo mi corazón.

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Odio este día, quisiera dormir más. Tener que levantarme para sentirme agobiada, como si una estampida de cerdos salvajes fuera a por mí. No se si usar buzo, vestido, top, falda…no se de verás. Mejor ni me baño. Escucho la bocina del carro de mi novio. No debería ser mi novio, pero tengo una imagen que respetar. Mis amigos no me ven como descerebrada, pero se que me consideran la más bella del colegio.

- Por qué llegas tan tarde, amor. Hace media hora que te estoy esperando- le digo a este… ¿como se llamaba? En fin, guardaré mi amargura y seré como debo ser. Ahora si, con mi sonrisa de Barbie, voy a formar mi clásica cola de hombres. Solo uno nunca me sigue, mentira, solo uno nunca me hará caso. Al llegar, mi novio se va a saludar a sus amigos de preparatoria. Nunca entiendo por qué teniendo tantos amigos de nuestro año, busca a aquellos pequeños.

Ahí esta Mariana, la clásica gordita feliz que se lleva bien con todas. A pesar de que bajando de peso podría destronarme, no puede controlar sus instintos de animal salvaje y compra una bolsa de comida basura todas las mañanas ¡Y pensar que yo comía eso todas las tardes! ¡No!, esos tiempos cambiaron, tú eres bella, tú lo sabes, ellos lo saben.

Como siempre, le digo lo bella que está, hasta que viene él. Sucio, despreciable y solitario. Un ser desagradable a la vista, que aparenta haber tenido muchas mujeres en su vida. Un ser que sabe escuchar, que odio, que me ayuda cuando estoy mal, que detesto, que me cuida cuando me hacen sufrir, que amo. Si, a pesar de ello, esta encriptado en mi cabeza. Ni siquiera pude decirle hola, cuando en eso aparece Valki. No la detesto, pero tampoco la quiero. Siempre está cerca de Collete, y parece que son mejores amigos. Yo se que Valki no lo quiere como algo más, pero es inevitable sentirme mal al verlos. No entiendo como, teniendo a los chicos más geniales de la escuela a mi espalda, tengo que fijarme en este adefesio. Valki tiene mucha suerte de que siempre lo invite a salir (ya quisiera que mi novio siquiera me llevará a comer, lo único en lo que piensa siempre es en sexo, sexo y más sexo), pero esta ves noto algo extraño en ellos. Esas miradas serias y apagadas indican que algo está mal.

Tal vez ese día que Collete estaba afuera de la oficina del profesor de matemáticas, esperando a que salga Valki, no fue porque había jalado una práctica. Tal vez esas lágrimas eran de un sufrimiento mayor.

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-¡Madre, ya me voy!- le grito a una mujer que nunca me responderá. Ahí, en su cama eterna, se encuentra ella, conectada a cientos de tubos que casi ni me permiten verla. Siempre me repiten que no es mi culpa que ella esté así, pero yo se que en el fondo me odian por ello, me odian por haber nacido:

Mi madre, Isabel, era la mujer más acaudalada de mi pueblo. Un día, mi madre se enamoró terriblemente de un carpintero de la ciudad, con el que salía en secreto los viernes en las noches. Una de esas noches, mi madre quedó embarazada. A pesar de la gran fortuna que podría cubrir los gastos de mí ser bebe con facilidad, mi “padre" me abandonó apenas se enteró de la noticia. Así, mi madre y su familia nos cuidaron hasta que sea momento de que nazca. Un 14 de agosto de 1994, mi madre tuvo complicaciones. Nací por cesárea y al parecer mi madre no soportó. Quedó en estado vegetal y hoy, 16 años después, sigue aquí, a mi lado, haciéndome sentir la mierda que fui al nacer.

Si, soy un poco exagerada. Se que no es mi culpa, pero es inevitable pensar en ello. En fin, como siempre voy caminando a la escuela, paso por la tienda con los ojos húmedos de sentirme mal, y el señor Roberto, el que atiende, me regala una bolsa de doritos. Se que no debo comer esto, ya que estoy subida de peso, pero realmente me alivia. Un cigarrillo tampoco me vendría mal, pero estoy tratando de dejarlo. Esos documentales de Discovery Channel si son persuasivos. No quiero terminar así (aunque… desearía terminar de una vez con todo).

Llegando al colegio me encuentro con Azucena, esa chica tan linda. La considero mi mejor amiga, ya que siempre está ahí, apoyándome en todo. Tal ves sea mi única amiga, no me importa, con una me basta. También esta Valki, aunque ella ha cambiado mucho últimamente. Ya no sale con nosotras, se muestra siempre triste, llora sin decirnos que sucede y desaparece las tardes de los viernes. Siempre me he preguntado a donde va, tal vez la siga este viernes, aunque Collete acaba de decirle para ir a comer helados ese día. ¿Por qué sus caras cambian cuando dijo viernes? Yo solo se que nunca me toman en cuenta, y se que Azucena habla mal de mí cuando no estoy. No importa, yo soy fuerte, yo se cuidarme sola.